Aquì dejamos material para quienes decidan realizar el trabajo domiciliario sobre la Historia de las mujeres. Es sòlo para dar una introducciòn a còmo era considerada la mujer en todo Hispanoamerica colonial.
Las investigaciones
que se han llevado adelante en 1970 nos permiten hacer un análisis de la mujer
en la época colonial que diferencie clases sociales, lugares, estilos de
vida y etnia.
Pues no es posible
estudiar a la mujer como un todo homogéneo y solamente en su carácter de
género, ya que por supuesto también estamos atravesadas por las diferencias
sociales, económicas y políticas que afectan a los hombres.
Algunas fueron
conquistadoras y otras, conquistadas.
Mujeres
blancas, cultura dominante.
En el siglo XVI, de los 45.327
viajeros que partieron a América, 10.118 fueron mujeres; de ellas, el 50 %
fueron andaluzas; el 33 %, castellanas y el 16 %, extremeñas. Entre aquellas mujeres, se destacaron Isabel Barreto, única almiranta de la Armada de Felipe II, o Mencía Calderón, mujer de Juan de Sanabria, quien tras la muerte de su marido se encargó
de la expedición al Río de la Plata.
¿Cuántas y a qué vinieron? El casamiento.
¿Cuántas
Las primeras mujeres
que llegaron a América fueron candidatas a esposas de los conquistadores que
acá se habían instalado, otras menos, fueron ellas mismas conquistadoras.
Durante las dos
primeras décadas del siglo XVI el número de ellas fue muy bajo, llegando en
1520 al 17% del total de españoles en nuestra tierra. Luego en 1580 llegaron al
25%.
Tenían un claro
propósito de ascenso económico, pero no todas lograron su objetivo. Un sexto de
las mujeres que llegaron entre 1560 y 1579 están registradas como sirvientas.
Ya que para las tareas de servicio hay una gran mano de obra indígena barata,
se presume que dichas sirvientas blancas fueran en realidad prostitutas
encubiertas. Un respaldo de esta presunción es la documentación que expresa el
descontento de un administrador real respecto a “conductas indisciplinadas de
mujeres peninsulares” en el Perú, y el pedido de que no dejaran venir mas
mujeres blancas solteras ( mas allá de su notoria escasez) por miedo a
que sean un mal ejemplo a las demás señoritas de la sociedad española. De todas
formas, estas mujeres no fueron las más. La mayoría vinieron para ser
protegidas, establecer una familia, y asegurarse determinado bienestar
económico.
Muchas mujeres, en
su vejez, o al morir su esposo se vieron obligadas a escribir cartas suplicando
una pensión del estado español. Se fundaron casas de recogimiento para ancianas
de origen español, con dinero de poderosos españoles inspirados en la fe
cristiana.
Durante el siglo
XVII el número de mujeres españolas que viajaron a América bajó
sustancialmente, los hombres se casaban con mujeres ya americanas.
Las mujeres venidas
trajeron la forma de vivir hispánica, las cuestiones cotidianas que son el seno
de la cultura, las comidas, los hábitos domésticos, la religión, etc.
La iglesia, sustento
ideológico de la conquista, y de la cultura que dominó el proceso de conquista,
considera al matrimonio base una sociedad “sana y ordenada”. Para ello, se
aseguró de erradicar la poligamia de los pueblos nativos.
Así en el siglo XVI,
ambas culturas se fusionaron compartiendo ese principio moral.
El matrimonio dentro
de la misma raza se daba más entre mujeres nativas y mujeres blancas.
Posiblemente por la presión social de mantener su color, y en el caso de las
españolas, su estatus social. Las mujeres mestizas estuvieron más
abiertas (ellas mismas o su consanguinidad a casarse con hombres de
otro grupo étnico. En México, o lo que era la Nueva España , un
estudio muestra que las mujeres mestizas prefirieron a los hombres hispanos, y
las mujeres nativas a hombres pardos (mezcla de negros libres).
Además del
matrimonio, también se dio la unión consensual, fuente de la mayor parte de las
mezclas raciales. Gracias a su propia naturaleza (ausencia de papeles) es
imposible calcular cuántos hubieron.
Para mantener la
élite racial, a partir del siglo XVIII Carlos III, prohíbe el casamiento
para mujeres blancas menores de 25 años, y para los hombres blancos de 23 años,
sin el consentimiento de los padres. Esta medida se visualiza como un intento
tardío de detener la mezcla racial de la clase dominante. La regulación por
parte del estado sobre el enlace matrimonial se dio con más dureza en los
militares, quienes debían pedir permiso a la corona y a sus superiores en
mando, pues los reglamentos prohíben explícitamente la mezcla entre castas.
El matrimonio también funcionó como
puerta de acceso al poder burocrático y político. Pero la red que conformará la
futura red familiar dirigente de Latinoamérica tardará en conformarse hasta
finales del siglo XVI. Comerciantes, mineros, antiguos encomenderos y grandes
terratenientes se enlazaron a través del matrimonio. Hacia fines del siglo
XVIII estos grupos seguían practicando la endogamia.
Una familia con muchas hijas podía
aspirar a varios matrimonios económicamente provechosos.
Se la consideraba
indispensable como productora de hijos, de herederos, es decir en el sentido
biológico. No hay documentos que expresen lo que para ellas mismas significaba
el matrimonio. Probablemente, los aparatos ideológicos funcionales a las clases
dirigentes, como la Iglesia
y la educación, habrían de convencerlas para sentirlo como la práctica más
apropiada para su sexo y condición social (demás está decir que si buscamos
podemos encontrar excepciones). Aún así, no es “raro” que aprobaran dichas
prácticas, ya que es la única forma que tiene una mujer de garantizarse su
bienestar económico y el de sus hijos.
La sociedad
española consideraba a la mujer imperfecta, débil, frágil, incompleta. Esta
idea es llevada a América, junto con el conjunto de leyes que “protege” a la
mujer de los abusos de los hombres. El sistema legal se basa en códigos
medievales y renacentistas tempranos tales como: Las siete partidas (1265) el
Ordenamiento de Alcalá (1386), las Ordenanza de Castilla (1484) y las leyes de
Toro (1505).
Las mujeres estaban
primero bajo tutela del padre y luego bajo tutela del marido. Hasta la muerte
del hombre, la mujer tenía que pedir permiso para hacer mandados, para vender,
para participar en reuniones sociales, etc.
Aún así, las mujeres
podían mantener la herencia de sus ascendientes a su nombre, y los hijos
heredar de forma bilateral, es decir por parte de su padre y de su madre.
Después de la muerte del hombre de la casa, los bienes adquiridos durante el
matrimonio eran divididos en partes iguales entre los hijos y la esposa. Para
evitar tanta fragmentación de la tierra podía dividirse la tierra en una parte
más que la cantidad de herederos y esa parte demás era traspasada a uno de los
hijos.
Otra forma de darle
seguridad económica a las mujeres era el dote, ya que no solo se utilizaba como
mecanismo de fortalecer la figura femenina a la hora de buscar matrimonio sino
que también se usaba para proveer a la mujer de determinada seguridad económica
cuando el marido faltase.
También se utilizaba
las “arras” que consistía en un regalo del novio de no menos del 10% de los
bienes a la novia. Las arras y la dote se juntaban en un solo monto que
corresponderá a la mujer de por vida, el marido firma un papel en el que se
compromete a dejarlo intacto al momento de su muerte. Estas prácticas
fueron exclusivas de la sociedad hispanoamericana, las castas, y los nativos no
las practicaron. Se extinguió recién en el siglo XVIII.
Las encomiendas se
traspasan a los descendientes varones, pero estaba prohibido que sean
administradas por mujeres. Igualmente, en la práctica (en ausencia de
hijos varones) esposas e hijas las llevaron adelante. La Corona insistió y promulgó una ley que obligaba a
las mujeres casarse antes del año de haber enviudado, pero ésta ley tampoco fue
del todo respetada. Las encomiendas llegaron a estar en manos de la misma
familia por 2 ó 3 generaciones.
El hecho de basar el
control sobre las mujeres en el fundamento de “protección” dio a la mujer
colonial determinadas ventajas con respecto a otras mujeres en el mismo período
histórico.
La iglesia Católica
aceptó el divorcio pedido por parte de la mujer solo por adulterio público,
y maltratos físicos por mucho tiempo. Aún así, como consecuencia de la
dependencia económica, era inexistente la posibilidad real que tenía una mujer
de pedirlo.
En lo que al sector
comercial se refiere, y hacia el siglo XVIII en BS AS, se sabe que las mujeres
contraían matrimonio antes de los 20 años, y que a los 25 ya tenían demasiada
edad para casarse. El promedio de hijos por mujer casada es de 9.7. Las
familias eran numerosas, sin distinguir clase social. Estos datos no
reflejan la realidad de todas las clases sociales, pero si del grupo
comerciante en toda América colonizada hacia 1750.
Las mujeres pobres
además, debían soportar las condiciones de trabajo fuera de sus trabajos. Ahora
bien, producto de la mala alimentación, del rompimiento de los matrimonios, y
de las largas jornadas de trabajo, las mujeres indígenas y esclavas tuvieron
menos hijos.
No se utilizaron
medios anticonceptivos, pero si eran popularmente conocidas formas de abortar
naturalmente.
La vida de los
hombres y mujeres era socialmente separada luego de la primer infancia,
llegando a la adultez sin una idea mas o menos clara uno del otro. Actuaban
basándose en estereotipos prepensados sobre el otro.
La convivencia sin
el matrimonio era mejor visto en las clases populares, para quienes no era
necesariamente un problema. Muchas mujeres aceptaban vivir con hombres solo con
la promesa de casamiento, incluso darle hijos. Si el hombre no cumplía la
promesa (cosa que se verificaba solo con la propuesta de matrimonio otra) podía
ser denunciado por haber machado el honor de una mujer. Esto se comprobaba con
el testimonio de testigos que pudieran afirmar que la mujer había perdido la
virginidad con él.
El hecho
de tener hijos fuera del matrimonio constituía una vergüenza, pero si a los
números nos referimos, era muy común. En Lima, ciudad en la que se ha estudiado
éste aspecto, se sugiere que el número de hijos de “padres desconocidos” (padre
o madre) era el 40% de la cantidad de niños nacidos vivos entre 1562 y 1689.
Desde 1610 los niños empiezan a ser anotados como de “madre desconocida” (10%).
Se considera muy posible que sean hijos fuera del matrimonio de madres blancas,
o hijos de mujeres esclavas que querían que sus hijos nacieran fuera de la
esclavitud. El índice de ilegitimidad entre indígenas, negros, y mulatos fue
altísimo en el mismo período, llegando a 74% en 1629.
Educación
La educación
española, basada en las creencias religiosas cristianas, estaba dirigida
fundamentalmente a sellar los roles de género: la mujer dentro de la casa, y el
hombre fuera de ella.
La educación se
implantaba, mayoritariamente a través del catequesis. Cartillas de varios
“fray” eran utilizados como libros de lectura para mujeres y niños, es decir,
para los agentes reproductivos de la sociedad. Entre ellas se destacaron las de
Hernando de Talavera, confesor de Isabel de Castilla, obispo de Granada y
altamente conocido por su oposición a la inquisición. He aquí una reproducción
textual parcial:
“Instruir a
los que se quieren convertir, segund la ynstrucción que para ello hiço el
arçobispo. Curar que los nuevamente convertidos sean bien enseñados en la fee
cathólica y bivan como lo manda la religión christiana y que tengan todo lo que
ovieren menestar cumplidamente.
Induzilles,
espeçialmente a las mugeres moças, que sean religiosas..[…]
Tener mucho
cuydado que las que están e estuvieren diputadas para religión sean enseñadas
de todo lo que para ello conviene segund su capacidad.
[…] Que las
que an sido casadas o sueltas, biudas o moças, que en ninguna manera quieren
ser religiosas, las haga poner en la casa para ellas diputada, y encarguelas
asimesmo por algunas buenas personas de la çiudad, vistiendolas e proveyendolas
primero de lo neçesario que ellas no truxieren o no tuvieren.
[…] Procure
de casarlas con christianos viejos, cada una segund meresçiere; con buenas
personas, e sean ofiçiales o buenos trabajadores; e ante que las case aya
ynformación quien son las personas que las piden, de qué costumbres e de qué
ofiçio y de qué trabajo, e qué hazienda tiene y dónde y como, si son
compatibles en hedad y condición, si las sabran ynstruir e enseñar como sean
buenas christianas. Si lo son ellos. Si tovieron antes que fuesen christianos o
entonçes
amores con ellas: y si antes, que hagan penitençia dello y que por eso no las
case, antes provéalos para los casamientos de vestir e algunos dineros segund
fueren las personas.
Requerirles
amenudo y ver como biven casados o por casar.
Ynstruir a
las que de su voluntad y no por amor carnal se quisieren convertir de todo lo
que conviene ser ynstruidas, preguntandoles primero las causas de su conversión
y sintiendo dellas ser verdad que con zelo de nuestra sancta fee vienen a ella,
proponiendoles la guarda della cumplidamente y que an de dexar de todo en todo
la seta que tenían e todas sus çircunstançias.
Mirar que en
su conversion se guarde la capitulaçión que sus altezas tienen con los moros
çerca desto.
[…] Ponga en
esto todo muy grand cuydado e deligençia, como en cosa que mucho va y que
singularmente el arçobispo encomienda.
[…] Vea el
pliego de ynstruçión que se da al maestro de noviçios y requéerale a menudo si
haze bien e que haga su ofiçio, avisandole de la dudas que toviere, y exortando
el a las personas de la casa que cumplan lo que aquel les enseñare y mandare
hazer”
De esta cartilla, se
desprende el lugar de “protegida” que tenía la mujer. La mujer debía ser
correctamente instruida por el hombre, de ahí el cuidado que se tenía al elegir
el marido para ella. La primera propuesta que se le hacía a las mujeres viudas
o “sueltas” era la del convento.
Se las incitaba a
que llegaran vírgenes al matrimonio, antes de éste, debían aprender las
cuestiones domésticas, para dirigir de buena forma la casa y a los niños cuando
llegue el momento.
La familia era un
micromundo donde se reproducía la sociedad, por lo tanto, la obediencia hacía
el padre de la casa no era una opción, tanto por parte de los niños como de la
mujer. En éste sentido iban dirigidas las cartillas de Talavera, en obedecer el
mandamiento número 4: “obedecerás a tus padres”.
Había una minoría
que recibía lecciones sobre lectura y escritura. También aprendían música,
canto y latín. Pero éstas mujeres pertenecían a una élite muy reducida al
comienzo de la colonia, ya a fines, durante el siglo XVIII, las escuelas tanto
públicas como privadas, comenzaron a propagarse, abriéndose ( y
obligando) todas las niñas de cualquier clase social.
Hubo mujeres que
realmente cumplieron un rol intelectual, pero éstas desarrollaban sus
capacidades principalmente dentro de los conventos. Es el caso de Sor Juana
Inés de la Cruz (1648), intelectual de la Nueva España altamente respetada,
quién escribió poesía secular y religiosa. Ala edad de 21 años aseguró que no
le interesaba ni el matrimonio ni el mundo, y se adentró en las paredes de un
convento a leer y escribir, convirtiéndose en defensora acérrima de los
derechos de las mujeres de su época.
¿Qué papel,
entonces, cumplió la mujer dentro de las clases dirigentes?
La educación de las
mujeres de la clase dirigente consistía entonces en enseñarles a ser dóciles,
flexibles ante la autoridad, cuidado de la casa, de los niños, y en América
concretamente lo que se esperaba de ella era que pudieran convertirse en el principal
agente reproductor de la cultura cristiana occidental Castellana en América.
Mujer
Indígena: cultura arrasada.
La cultura indígena,
con mayor aculturación que la cultura europea como consecuencia de la derrota
en la resistencia a la conquista, es heterogénea. Dentro de la cultura
indígena, o nativa, tenemos varios grupos, y también diversas formas de
resistencia. Tenemos también diferentes niveles de sobrevivencia de la cultura
en todo Latinoamérica, por lo tanto, tampoco es posible hablar de un solo papel
de la mujer indígena, que a su vez, está también atravesada por diferencias
sociales.
La mujer pobre de
cultura precolombina, tenía la triple opresión: la de casta, la de clase, y la
de género.
Tanto la sociedad
azteca como la Inca , eran altamente
jerarquizadas, y en ambas la mujer tenía un lugar inferior al hombre.
Aunque la mujer
noble, era siempre superior a la mujer campesina, lo era también al hombre
campesino.
Se practicaba
abiertamente la poligamia. De éste modo, se generaba una posibilidad de
movilidad social, ya que algunas jovencitas hermosas eran elegidas como
compañeras de nobles y guerreros.
En ambas culturas se
le daba un lugar especial a las sacerdotisas. En la cultura incaica se la
llamaba “vírgenes del sol”, enteramente entregadas al culto del dios sol. En la
cultura azteca las mujeres de culto, llegada la edad, se casaban.
Se ha sostenido que
en las culturas preincaicas, las líneas de descendencias eran matriarcales.
Respecto a lo
social, el género determinaba el rol que se cumplía dentro de la sociedad. Las
mujeres, aparte de las cuestiones domésticas, se dedicaban a la agricultura, a
la venta en los mercados, a la preparación de bebidas y medicinas, y al tejido.
Con su trabajo las mujeres contribuían al pago de impuestos.
El trabajo de la
mujer era valorado como parte sustancial del proceso de producción.
EDUCACIÓN
La educación de la
mujer indígena, era transmitida de forma informal, en el seno de la familia y a
través de las tareas comunitarias.
Con respecto a la
represión del sexo, y a la constitución de la familia hay opiniones
encontradas: algunos autores plantean que practicaban la monogamia, otros, la
poligamia. Como decíamos antes, muchas diferencias obedecen a la heterogeneidad
de las culturas nativas, y a la basta geografía.
El español utilizó
sus formas de relacionamiento social, como el matrimonio en busca de fortuna,
para entrar en las comunidades indígenas esperando conseguir información,
caudales de metales preciosos, o alianzas militares.
¿ Qué papel
jugó la mujer indígena en la conquista española?
La mujer indígena,
cumplió un papel importantísimo. Sus uniones con los recién llegados abundan, y
aunque hay evidencias muchas de consumaciones violentas, también hay
historias de amor.
Las mujeres nativas
fueron intérpretes, cuidadoras, funcionando así como puente entre una cultura y
otra.
El concubinato entre
indias y españoles fue común, también lo fue el secuestro y la
esclavización sexual.
Algunas mujeres eran
“dadas” por sus familias a lo españoles, con la esperanza de que fueran mejor
tratadas que las mas pobres.
Unos de los papeles
que jugó la mujer, y que se desprende de lo desarrollado anteriormente, es que
funcionó como puente entre ambas culturas.
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